El 24 de julio de 1911 es la fecha del "descubrimiento" de Machu Picchu, por el aficionado a la arqueología y explorador norteamericano Hiram Bingham. Años antes, Bingham se interesó en las leyendas tejidas en torno a la llacta de Vitcos o Viticos, el último refugio de los incas rebeldes a los españoles en la selva de Vilcabamba, narradas de forma épica por cronistas de esa época. En 1906 realiza un viaje por la ruta Buenos Aires - Cusco, antiguo derrotero comercial durante la colonial. Llegando a esta última ciudad se reencuentra con su interés por la legendaria ciudad Inca (Vitcos) y el valle de Vilcabamba. Emprende viaje a la ciudad de Abancay, entrada natural a esa parte de la selva donde supuestamente estaría Vitcos. Allí es informado de la existencia de una ciudad perdida en el "monte" (selva escarpada). Emprende viaje, y los guías locales lo llevan a unas imponentes ruinas que ahora conocemos como Choquequirao. Bingham no se dejó impresionar, la Vitcos de sus sueños debía ser más imponente aún. Regresa a los Estados Unidos, entusiasmado por el descubrimiento a reunir fondos para continuar con sus exploraciones, logrando conseguir el apoyo de la National Geografic Society y la universidad de Yale, además de dinero entregado por amigos y familiares. Encontrar Victos ya no era solo un interés académico, era una empresa bien planificada.
En enero de 1911, el Sr. Braulio Polo y la Borda, propietarios de la hacienda Echarati, en la localidad de Mandor, provincia de la Convención, departamento de Cusco, tiene como invitado al Sr. Giesecke, por entonces rector de la Universidad San Antonio Abad del Cusco, a quien le cuenta que toda la zona estaba plagada de ruinas incas (una de ellas, era Machu Picchu). Giesecke, conocedor del interés de Bingham, le escribe, contándole sobre este hecho. Un dato a tomar en cuenta es el libro escrito por el inglés Charles Wiener en 1880: “Pérou et Bolivie : Récit de voyage suivi d'études archéologiques et etnographiques et notes sur l'écriture et les langues des populations indiennes”, en donde consigna un mapa con los topónimos de Machu Picchu y Huayna Picchu.
En 1911 Bingham llega al valle de Vilcabamba, pasa por Mandor y contrata los servicios del guía local Melchor Arteaga. El 24 de julio guidado por Arteaga y un sargento de la policía apellidado Carrasco Hiram Bingham llega a lugar donde se encontraban establecidas las casas de Melquiades Richarte y Anacleto Álvarez, quienes eran los jefes de las únicas dos familias que habitaban en Machu Picchu. Finalmente el hijo de Richarte lleva al forastero Bingham a la cima del cerro llamado Machu Picchu, donde está la fabulosa llacta inca de Picchu. Bingham la bautizó con el mismo nombre del cerro que la cobijaba y no tuvo dudas que ésta, si era la legendaria Vitcos. Al poco tiempo da cuenta de su descubrimiento.
Luego de este primer contacto con Machu Picchu, Bingham se comunica con Giesecke, quién cuenta el acontecimiento a José Cosio, Secretario de la Universidad San Antonio Abad del Cusco y catedrático de la Facultad de Letras, quien le sugirió organizar una expedición comprobatoria. Este último se comunicó con Enrique Palma, el que le refirió haber visitado Machu Picchu 10 años antes (1902). Partieron en una expedición llegando al lugar el 18 de enero de 1912, encontrando la inscripción que Palma había dejado como recuerdo de su estadía. Este refirió que en aquella vez encontraron un arrendatario apellidado Meza cultivando en chacras y andenes del sitio arqueológico. Dijo pagar la suma de 12 Soles de Oro al propietario de la Hacienda Cutija. En 1912 los arrendatarios de esas mismas tierras eran los Señores Arteaga y Lizárraga, siendo el primero el que guió a Bingham en 1911.
Encontrado Machu Picchu, la Vitcos de sus sueños, Bingham contrata en los Estados Unidos a una plana de arqueólogos y antropólogos entre los que destaca ingeniero Ellwood C. Erdis, quien dirigió las excavaciones; y el médico y osteólogo de la Universidad de Yale, el doctor George F. Eaton. Con los auspicios del Gobierno del Perú de esos años, y dando clara muestra de su desinterés por el pasado incaico, dan permiso a la expedición de llevar a los Estados Unidos los objetos que se encontraran durante los trabajos de esa temporada. En algún momento los trabajos de excavación resultaron ser infructuosos, por ello Bingham ofreció una recompensa pecuniaria para los que dieran noticia de los lugares exactos donde habían entierros, Melquiades Richarte y Anacleto Álvarez volvieron al campamento con datos precisos de los lugares donde se hallaban enterrados los antiguos habitantes de Machu Picchu. Así, descubrieron sucesivamente hasta 107 tumbas, de las cuales las primeras 52 fueron exhumadas bajo la dirección del doctor Eaton, y las 55 restantes bajo la exclusiva responsabilidad de Richarte y de Álvarez.
Tanto Bingham como Eaton publicaron sendos informes sobre sus trabajos y otros miembros del equipo de expertos -Mathewson, quien se ocupó del análisis metalográfico de los objetos de metal; Isaiah Bowman, quien hizo la investigación geomorfológica y geológica del sitio; O. F. Cook, quien se encargó del estudio botánico; el médico William Erving, y el geólogo Herbert Gregory- entregaron valiosos aportes del primer proyecto multidisciplinario que se hizo en América.
Muy interesante la publicación hecha, sería necesario saber que ocurrió en los años 1800 a 1900 se supone que habian habitantes,chacareros, etc porque no se preguntó referente a ese gran imperio habitado
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