miércoles, 19 de enero de 2011

LAS POLÉMICAS VARGASLLOSIANAS 1

Para los pesimistas y convalecientes de miopía voluntaria que niegan y se rasgan las vestiduras lanzando diatribas contra el inquebrantable credo democrático y libertario de Mario Vargas Llosa, en el presente artículo presento un hecho que marcó la pauta política de la década del 70 y que tiene a nuestro laureado escritor blandiendo el gonfalón de la libertad y de la lucha antirrepresiva.  

El caso Padilla

Heberto Padilla y su esposa Belkis Cuza Malé

Heberto Pa­dilla abogado, poeta y periodista cubano en el año 1971 durante un re­cital de poesía llevado a cabo en los salones de la Unión de Escritores, dio lectura a su libro titulado Provocaciones, lo cual produjo protestas de los intelctuales adheridos al régimen castrista y su posterior detención por considerársele contrarrevolucionario. Es así que el 20 de marzo de 1971, conjuntamente con su esposa, la poetisa y escritora Bel­kis Cuza Malé. Ambos fueron acusados por el Departamento de Seguridad del Estado de “actividades subversivas” contra el gobierno revolucionario de Cuba. Merced a la reacción inter­nacional que provocó el encarcelamiento, sobre todo en los grupos de intelectuales de todo el mundo, entre los cuales se contaban Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Alberto Moravia, Susan Sontag, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Octavio Paz, Hans Magnus Enzensber­ger, Juan Goytisolo, etc…Padilla y su esposa fueron liberados.

Después de su liberación, Pa­dilla fue separado de la Universidad de la Ha­bana y de la Unión de Escritores y enviado como traductor a la Editorial Arte y literatura. Con motivo del discurso de Fidel Castro anun­ciando su disposición de dejar en libertad a los presos y ex-presos políticos, Padilla se dirigió oficialmente al Jefe del Gobierno de Cuba solicitando su autorización para salir del país, pero le fue negada. Entre las numerosas gestiones de dignatarios y personalidades internacionales para lograr su salida, se destacó la del editor de la revista The New York Review of Books, Robert B. Silvers, la del presidente del PEN American Center, el novelista Bernard Malamud, así como la del político e historiador Arthur Schlesinger, Jr., quienes solicitaron la colaboración del senador Edward Kennedy. El 13 de marzo de 1980, Kennedy fue informado por el gobierno de Cuba que Padilla podría salir del país hacia Estados Unidos el día 16 de marzo, vía Montreal.

A su llegada a Nueva York, Heberto Padilla fue invitado por The Institute for Humanities y por el Woodrow Wilson International Center for Scholars, de Washington. Finalmente fallece el 24 de septiembre del año 2000 de un ataque al corazón a los 68 años, en Alabama.

Al respecto, la revista Caretas a través  del periodista César Hildebrandt entrevista a Vargas Llosa, la misma que a continuación presento:

A VARGAS LLOSA 
Caretas, junio de 1971         
Entrevista: César Hildebrandt

Nunca se sabrá si Heberto Padilla imaginó, cuando suscribió la autoconfesión con que el régimen cubano creyó castrarlo ante los ojos del mundo, que iba a desatar la más apasionada polémica intelectual de los últimos años.

La cronología de los acontecimientos se inició con el apresamiento de Padilla –uno de los más brillantes representantes de la generación “intermedia” de la que es voz ortodoxa la de Roberto Fernández Retamar- acusado, junto con su mujer –Belkys Cuza Malé- de actividades contrarrevolucionarias. Tres semanas después, Padilla se autolapidaba en una carta devastadora  que habría enorgullecido al propio Zhadanov, comisario cultural del oscurantismo estalinista. Casi simultáneamente, Castro trataba de “impúdicos” a los “intelectuales liberaloides que calumnian desde Europa la revolución Cubana” y anunciaba una nueva –y penosa- política cultural. La respuesta de la intelectualidad, de la que fue pionero Vargas Llosa, fue dura también pero en todo caso menos pasional e iracunda. Asociar a la CIA el nombre de Sartre, firmante del manifiesto de protesta por el caso Padilla, es algo que ni los neoestalinistas subdesarrollados criollos, han podido hacer.

La réplica castrista al escritor peruano llegó vía Haydée Santamaría. La directora de la revista “Casa de las Américas” acusó a Vargas Llosa de sumar su nombre a la lista de los “peores calumniadores de la revolución” y lo acusó de haberse negado a entregar el monto del premio “Rómulo Gallegos” como fondo de la guerrilla del Che, y prefirió comprarse una casa.

En esta exclusiva entrevista telefónica con  CARETAS, Mario Vargas Llosa, cuya limpieza y responsabilidad como intelectual será arduo cuestionar, habla desde Barcelona sobre el espinoso affaire.

CARETAS- ¿Buenas tardes Vargas Llosa, CARETAS aquí,…¿Aló?

VARGAS LLOSA- Buenas noches, qué tal.

CARETAS- Aquí  listos para escuchar sus repuestas, estamos grabando.

VARGAS LLOSA-  Correcto, ¿Me está oyendo?

CARETAS- Perfecto…Bueno….¿No cree usted que su actitud, que nos parece intelectualmente justa, ha mellado de alguna manera la imagen de la Revolución Cubana?

VARGAS LLOSA-  Creo que su pregunta confunde el efecto con la causa. Lo que ha mellado de alguna manera la imagen de la Revolución Cubana son las autocríticas de los compañeros Heberto Padilla, Pablo Armando Fernández, Belkys Cuza Male, César López y Manuel Díaz Martínez, acusándose de traiciones  imaginarias y las alarmantes  declaraciones de Fidel sobre la cultura en general y la literatura en particular en su discurso de clausura del Congreso de educación. Yo no he hecho más que protestar por estos sucesos que contradicen lo que siempre he admirado en la Revolución Cubana: haber mostrado que la justicia social era posible sin despreciar la dignidad de los individuos, sin dictadura policial o estética. Pienso que lo ocurrido en estas últimas semanas mella esta imagen ejemplar de Cuba y que ha levantado trascendentales protestas en el mundo. Hablo únicamente, claro está, de las protestas de la izquierda, como la carta enviada a Fidel por 61 escritores y artistas –Sartre, entre ellos, José Revueltas, a quienes nadie se atreverá a llamar reaccionarios, que habían hecho suya desde el primer momento la causa de la Revolución Cubana. Dicho esto,  permítame agregar algo más: en otras ocasiones, Cuba y el propio Fidel han sabido rectificar los errores cometidos, que son inevitables en toda revolución. Créame que nada me alegraría  tanto como que este lamentable episodio fuera sólo pasajero y no el estreno de una política cultural dogmática y represiva.

CARETAS-  ¿Cuál es su réplica a la carta de Haydée Santamaría y a los cargos que ella plantea?

VARGAS LLOSA-  La carta de Haydée Santamaría no plantea cargo alguno, solamente invectivas e invenciones. La experiencia me ha demostrado que polemizar a ese nivel es inútil y empobrecedor, de modo que no voy a refutar su carta. Haydée es una heroína de la Revolución Cubana, que demostró un coraje formidable durante la lucha contra Batista, y por ello merece mi mayor  simpatía y respeto. Pero sólo por ello… ¿Me oyó bien?

CARETAS-  Perfectamente…Periódicos de derecha  han destacado insólitamente el entredicho suyo con Fidel Castro. ¿Qué opina al respecto?

VARGAS LLOSA-  Era previsible que la derecha tratara de sacar partido de los acontecimientos cubanos. Es una de las razones por la que el episodio de las autocríticas y el discurso de Fidel me parecen lamentables: por la extraordinaria oportunidad que brindan a la derecha y al imperialismo de atacar la solución socialista par los problemas de América Latina. En lo que a mí se refiere, el 29 de mayo entregué a la prensa la siguiente declaración: “Cierta prensa está usando mi renuncia al comité de la revista Casa de las Américas para atacar a la Revolución Cubana desde una perspectiva imperialista y reaccionaria. Quiero salir al frente de esa sucia maniobra y desautorizar enérgicamente el uso de mi nombre en esa campaña contra el socialismo cubano y la revolución latinoamericana. Mi renuncia es un acto de protesta contra un hecho específico que sigo considerando lamentable, pero no es ni puede ser un acto hostil contra la Revolución Cubana, cuyas realizaciones formidables para el pueblo de Cuba son llevadas  cabo en condiciones verdaderamente heroicas, que he podido verificar personalmente en repetidos viajes a la isla. El derecho a la crítica y a la discrepancia no es un privilegio burgués. Al contrario, sólo el socialismo puede asentar las bases de una verdadera  justicia social, dar a expresiones como “libertad de opinión”, “libertad de creación”, su verdadero sentido. Es en uso de ese derecho socialista y revolucionario que he discrepado del discurso de Fidel sobre el problema cultural, que he criticado lo ocurrido con Heberto Padilla y otros escritores. Lo hice cuando los acontecimientos de Checoslovaquia y lo seguiré haciendo cada vez que lo crea legítimo, porque esa es mi obligación como escritor. Pero que nadie se engañe: con todos sus errores, la Revolución Cubana es, hoy mismo, una sociedad más justa que cualquier otra sociedad latinoamericana y defenderla contra sus enemigos es para mí un deber más apremiante que honroso”  ¿Se escuchó, no?

CARETAS-  Claramente……Gabriel García Márquez ha declarado hace algunos días que está con Fidel y ha evitado pronunciarse sobre el caso Padilla. ¿Qué opina de esa actitud?

VARGAS LLOSA-  No conozco las declaraciones completas de García Márquez y por lo tanto no voy a comentar una síntesis tan apretada. Pero lo conozco a él lo suficiente como para estar seguro que su adhesión al socialismo es, como la mía propia, la de un escritor responsable con su vocación y sus lectores, una adhesión no beata ni incondicional…

CARETAS-  La última pregunta… ¿Está de alguna manera arrepentido?

VARGAS LLOSA-  Arrepentido, no, en absoluto, aunque sé que todavía habrá invectivas para rato. Es el precio que hay que pagar cuando uno dice claramente lo que piensa. Estoy, sí, apenado por lo que ha sucedido en Cuba, donde he estado cinco veces, donde hay muchísima gente que quiero de verdad. He actuado como lo he hecho porque creí mi deber hacerlo así. Hace exactamente tres meses estuve charlando largamente en La Habana con tres de los poetas que se han autocriticado y sé perfectamente qué pensaban de la revolución y por eso me es difícil creer que de un momento a otro se tornaron contrarrevolucionarios y se volvieron capaces de acusarse –y acusar a sus mejores amigos- de faltas innobles e imposibles. El socialismo no necesita  humillar a nadie, sea obrero, campesino, o escritor, para lograr su objetivo, que es, precisamente, establecer una relación verdaderamente justa entre los hombres….Eso es todo, ¿se oyó bien?

CARETAS-  Sí, perfectamente, y muchas gracias.

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