sábado, 28 de enero de 2012

GÉRARD DE NERVAL


Yo soy el Tenebroso;-el Viudo,- el Sin Consuelo, Príncipe de Aquitania de la Torre Abolida: Mi única Estrella ha muerto;-mi laúd constelado También lleva el Sol negro de la Melancolía...
Gérard de Nerval nació en París el 22 de mayo de 1808. Su nombre real fue Gérard Labrunie. Nerval constituye un ejemplo dramático de los efectos de una enfermedad en la creación artística de un genio de la literatura universal. Aunque es poco conocido en nuestro medio, su novedoso aporte es utilizar en la literatura sus estados patológicos, constituyendo así un antecedente surrealista. Esto, sumado al impacto de su trastorno mental hace relevante una mayor difusión de su vida y obra. En este artículo se analizan las evidencias que nos dan sus libros y el testimonio directo de sus colegas para plantear una hipótesis que explique su enfermedad mental.
Nerval fue hijo de Etienne Labrunie, quien fue médico en el ejército de Napoleón, y de Marie Antoniette Marguerite Laurent. Su madre murió de meningitis, cuando Gérard aún no cumplía 4 años, este hecho lo influenció notoriamente. Su primera educación se la brindaron sus tíos en Valois, en las afueras de París, hasta 1814 cuando se trasladó a la capital francesa para continuar su educación. Luego inició estudios de Medicina, a instancias de su padre, los que abandonó por su vocación literaria.
Amaba intensamente la cultura alemana; motivo por el cual se le ha llamado el más alemán de los escritores franceses, es así que a sus 19 años tradujo "Fausto" de Goethe, causando la admiración del gran poeta alemán. Tradujo también a Schiller y a Heinrich Heine.
Nerval es considerado como el ejemplo más puro del romanticismo en la literatura francesa, pero a la vez, está a la vanguardia de este movimiento al ser precursor del simbolismo y surrealismo, tal como lo afirmó el principal vocero de este movimiento artístico del siglo XX, el escritor André Bretón.
En vida no logró conocer el éxito, pero su obra influyó en figuras como Baudelaire, Rimbaud y Marcel Proust. Charles Baudelaire reconoció su genio y curiosamente, en forma casi simultánea, el de Edgar Allan Poe, quien comparte con Nerval, además de una existencia trágica, un escaso reconocimiento en vida. Baudelaire habla de ambos diciendo que reivindica con ellos dos nuevos “derechos del hombre”, el derecho a “contradecirse” y a “marcharse”
Estableció una muy buena relación con Alejandro Dumas padre, Théophile Gautier y Víctor Hugo. Gautier fundó un curioso club llamado "El Club de los hachisianos", que tuvo su apogeo entre 1844 y 1849, y que reunió a la élite intelectual de la época, incluyendo al pintor Delacroix, a los escritores Charles Baudelaire, Alejandro Dumas, Balzac, Flaubert y a Nerval. Todos se reunían motivados en conocer nuevas experiencias sensoriales inducidas por drogas como el opio y especialmente por el hachís, que es un producto derivado del cannabis, con más poder alucinógeno que la marihuana. Nerval, a raíz de estas experiencias, incluso escribió un cuento, La historia del califa Hakem, en el cual el personaje principal experimenta y describe los efectos del uso del hachís.
En 1833 se enamoró de la actriz y cantante Jenny Colon, a quien le dedicara una devoción permanente, si bien no será su único amor. Colon se casó más tarde con un músico, provocando el desconsuelo en el poeta, quien la personificará en Aurelia y Sylvia, personajes de dos de sus obras más famosas.
En 1834 recibió una herencia de su abuelo, lo que le permitió independizarse de su padre, sin embargo, en el año 1836 se arruina debido a un muy mal manejo del dinero. Un ejemplo de su derroche fue la revista de poco éxito, Le monde dramatique, creada por él para promocionar la carrera teatral de su idolatrada Jenny Colon. La muerte prematura de ésta en 1842, a los 34 años, agravó su trastorno mental ya iniciado en 1840 con episodios psicóticos que durarán hasta su muerte, 15 años más tarde. En un esfuerzo por olvidar esta gran pena, viajó por Oriente y África. Otros amores que sólo fueron para el poeta la reencarnación de Jenny Colon, fueron la pianista Marie Pleyel y la aventurera inglesa Sophie Dawes, quien deslumbró a Nerval con sus cabalgatas de amazona por los bosques de la campiña francesa. Dawes es representada por Adriéne en la obra Sylvia. En esta obra, el protagonista, quien es el propio autor, dialoga con un amigo que encuentra al ir a contemplar y escuchar a la ópera a la mujer que ama. Frente a la pregunta de éste de a quién viene a ver, el protagonista responde: “es una imagen lo que persigo, nada más”. En esta respuesta está el espíritu de Nerval y su visión, que sobrepasa la de los artistas románticos, para quienes el amor se personifica en una mujer, la que inventa en un texto, un cuadro o una melodía. Para Nerval, en cambio, el amor excede la figura de una mujer, llama amor a su ansiedad, a una persecución de su espíritu que tiene más que ver con lo metafísico que con lo real.
En la obra de Nerval y en su manera de comportarse aparecen evidencias de distintos fenómenos psicopatológicos, que comprometen afecto, pensamiento y sensopercepción. Su obra "Aurelia" contiene lo más psicótico de su producción literaria y fue escrita en pleno período de su enfermedad. Aunque para él la locura es "el desbordamiento de los sueños en la realidad", empero, Nerval es capaz de darse cuenta que no es su estado normal, sino uno enfermo. Así, en una carta al salir de un sanatorio en 1841, luego de su primer episodio psicótico, comentó a la esposa de Dumas: "Ayer me encontré con Dumas. Le dirá que he recobrado lo que está convenido llamar razón, pero no crea una palabra. Soy y he sido siempre el mismo... La ilusión, la paradoja, la presunción, son todas ellas, enemigas del buen sentido, que nunca me ha faltado. En el fondo, he tenido un sueño muy divertido y lo echo de menos; he llegado incluso a preguntarme si no es más verdadero que lo único que me parece explicable y natural hoy. Pero como hay aquí médicos y comisarios que velan porque no se extienda el campo de la poesía a expensas de la vía pública, sólo me han dejado salir y vagar definitivamente entre las gentes razonables cuando convine muy formalmente en haber estado enfermo, lo cual le costaba mucho a mi amor propio e incluso a mi veracidad... Para acabar, convine en dejarme clasificar en una "afección" definida por los doctores y llamada, indiferentemente, Teomanía o Demoniomanía en el diccionario médico. Con ayuda de tales definiciones, incluidas en estos dos artículos, la ciencia tiene el derecho de escamotear o reducir al silencio a todos los profetas y videntes predichos por el Apocalipsis, ¡uno de los cuales me jactaba de ser yo!
Nerval fue muy celoso de que no se diera a conocer al público lector su enfermedad, se molesta y reacciona irónicamente contra Dumas por la nota del epígrafe de este artículo y que se menciona en mayor longitud más adelante. En el prólogo de "Las hijas del Fuego", Nerval se defiende y explica que su extraña conducta sólo refleja la compenetración del autor con sus personajes, llegando a hacer uso de sus sueños y fantasías. Para Nerval "los sueños son una segunda vida" y este postulado lo transfiere a su obra.
Alejandro Dumas en su comentario sobre Nerval nos da indicios sobre su trastorno: "... su hábitat podría ser, ni más ni menos, que un fumadero de opio del Cairo o un comedor de hachís de Argel, y entonces, la vagabunda que ella es (se refiere a la imaginación de Nerval), lo lanza a las teorías imposibles, a los libros irrealizables. Ora es el rey Salomón, ha vuelto a encontrar el sello que evoca a los espíritus, espera a la Reina de Saba; y entonces créanme, no hay cuento de hadas o de Las Mil y una Noches que valga lo que él cuenta a sus amigos, que no saben si deben compadecerlo o envidiarlo de la agilidad y del poder de esos espíritus, de la belleza y riqueza de esa reina; ora es sultán de Crimea, conde de Abisinia, duque de Egipto. Otro día se cree loco y cuenta cómo llegó a estarlo, y con tan alegre brío, pasando por peripecias tan convincentes, que cada cual desea estarlo para seguir a ese guía irresistible por el país de las quimeras y de las alucinaciones. Ora finalmente, es la melancolía la que se convierte en su musa y entonces, retengan sus lágrimas si pueden; pues nunca Werther (personaje de la obra homónima de Goethe), nunca René (personaje de obra homónima de Chateubriand); han tenido quejas más punzantes, sollozos más dolorosos, palabras más tiernas y gritos más poéticos... ".


Una de las bizarras situaciones que provocaron su internación fue el verlo pasear a una langosta con una cinta azul. La mala crítica a una de sus obras y la indiferencia frente a la reedición de Viaje a Oriente, le provocan una crisis que lo lleva al hospital en enero de 1852. Si bien ese año continúa con una actividad frenética, en 1853 y 1854 requiere de internaciones periódicas. En el invierno de 1854, después de una crisis grave, se le permitió vivir con una tía en París. No parece muy repuesto, vagabundea, trasnocha en los barrios bajos, en calles como la que muestra un grabado de la época y desaparece por varios días seguidos. El 24 de enero deja una nota a su tía:"... Cuando ya haya triunfado de todo, tendrás tu lugar en mi Olimpo, como yo tengo mi lugar en tu casa. No me esperes hoy, pues la noche será negra y blanca...."
La vida atormentada del poeta terminó el día 26 de enero de 1855, cuando se ahorcó en la calle de la Vielle Lanterne de París, siendo enterrado en el cementerio de Père-Lachaise. Este trágico hecho inspiró más adelante un grabado de Gustave Doré.

Grabado de Gustave Doré, en el que reproduce la muerte de Nerval, rodeado de sus alucinaciones.

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