Estimados y poquísimos amigos que pierden su tiempo leyendo este blog, en verdad no estoy muy convenido en que las coincidencias existen, o que sea el determinismo que nos tiene reservado el día de nuestra partida de este mundo, pero saben, en cierto día de ocio literario me di con la sorpresa que abril es un mes funesto para la literatura, y no solo me refiero a nuestra literatura peruana, sino a la literatura de diversos espacios geográficos. Hagamos un breve recuento de los que he podido rememorar:
domingo, 14 de agosto de 2011
sábado, 13 de agosto de 2011
¡TODOS RECORDARON A CANTINFLAS!
El genio y la gracia de Mario Moreno fueron revividos el viernes en un histórico cine de Los Angeles, donde se proyectaron una películas y muchas fotos del comediante mexicano.
El genio y la gracia de Cantinflas fueron recordados el viernes en un histórico cine de Los Angeles, donde se proyectaron una películas y muchas fotos del comediante mexicano.
El homenaje a Mario Moreno ``Cantinflas'' en el día en que cumpliría 100 años se realizó en el Teatro Million Dollar, en el centro de Los Angeles, donde se estrenaron muchas de las cintas del comediante así como películas de la etapa conocida como el Cine de Oro Mexicano.
Tras proyectar decenas de fotos de Cantinflas, mayormente en Hollywood, el dueño del Teatro Million Dollar recordó a Cantinflas como un excelente cómico que también conquistó innumerables seguidores en Estados Unidos, especialmente en Los Ángeles.
``Hacerle un homenaje a Cantinflas. No puedo comenzar a explicar lo significativo que esto es para mí'', manifestó desde el podio Corwin, presidente y director ejecutivo de Metropolitan Theater Corp., cadena de cines que incluye el Million Dollar. ``Cantinflas fue mi héroe, creo que él fue el mejor comediante del mundo''.
El locutor Teddy Fregoso, que conoció a Moreno en México en 1945, recordó que en el Million Dollar se estrenaron películas como El bombero atómico.
``El era muy chistoso en la vida real'', recordó Fregoso, quien dijo que alguna vez jugó póquer con Cantinflas y le ganó 200 dólares.
Cantinflas, protagonista de Ahí está el detalle' y La vuelta al mundo en 80 días, murió en 1993 de cáncer de pulmón. Tenía 82 años.
Antes de proyectar el filme El circo, con subtítulos para la audiencia bilingüe, un imitador salió al estrado y bailó al estilo Cantinflas, moviendo la cadera ridículamente y a veces como resbalándose, e hizo reír al público con cantinfladas y chistes.
"Los políticos son como Disney, sólo hacen hablar a los animales'', bromeó el imitador. ``Disculpen los políticos presentes que se colaron. Es que no tuvimos dinero para guardias de seguridad''.
Durante el evento, el imitador sostuvo un pastel que decía ``Cantinflas 100 años'' y los presentes cantaron las tradicionales mañanitas por el cumpleaños del comediante mexicano.
También se proyectaron fotos de Cantinflas al lado de celebridades como Shirley MacLaine, David Niven, Elizabeth Taylor, Anthony Quinn y Walt Disney. Otras imágenes que causaron suspiros fueron las de Cantinflas en el estreno de uno de sus filmes en el Million Dollar, un anuncio de un toreo de Cantinflas en Tijuana, México; y fotos de Moreno en el ruedo disfrazado de El Peladito y firmando autógrafos.
Muchas de las fotos estuvieron relacionadas a los dos filmes que Cantinflas rodó el Hollywood, La vuelta al mundo en 80 días y Pepe'.
El Centro Cervantes de Artes y Letras, que organizó el homenaje, fue resaltado con una placa por el concejal José Huízar.
"El estuvo en este cine muchas veces"', comentó el legislador angelino. ``Nos hizo reír mucho''.
Fuente: El Universal
martes, 2 de agosto de 2011
EDGAR ALLAN POE
Diseñé este poster del “Maestro del relato de terror” con motivo de una ponencia para su bicentenario.
EDGAR ALLAN POE O EL GRAN CUERVO
El Siguiente artículo algo extenso, forma parte de una ponencia que desarrollé en el año 2007 en el centro cultural peruano norteamericano de Trujillo, con motivo de celebrarse el bicentenario del nacimiento del padre del relato de terror.
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ólo cuarenta años bastaron para que un genio atormentado imprimiera con tinta indeleble su huella en las letras universales. Edgar Allan Poe, maestro de lo macabro y padre del relato policíaco nació en Boston (Massachussets) el 19 de enero de 1809. Su verdadero padre, David Poe, de ascendencia irlandesa, abandonó los estudios de abogacía para dedicarse al teatro y contraer nupcias con la bella actriz inglesa Elizabeth Arnold. El joven matrimonio tuvo tres hijos, William Henry, Edgar y Rosalie. En julio de 1810, mientras la pareja se encontraba con la compañía teatral en Nueva York, David desapareció sin dejar rastro alguno, aún hoy se desconoce si a causa de su fallecimiento por tuberculosis o a los celos que sentía debido al éxito teatral de su esposa, mientras que él era constantemente criticado por su escaso talento.
La desaparición del joven padre, agudizaría la difícil situación de la familia. Elizabeth, tuvo que cargar con William y Edgar de ciudad en ciudad, siguiendo el itinerario de la compañía, pero las circunstancias serían más adversas aún, el 20 de diciembre de ese mismo año nacía Rosalie, presunta hija extramatrimonial, mientras su salud se iba resquebrajando paulatinamente a causa de la tuberculosis. Los últimos días de vida de la actriz serían extremadamente duros, ella y sus hijos tuvieron que subsistir gracias a la caridad pública hasta su fallecimiento, el 8 de diciembre de 1811 en Richmond (Virginia)
El pequeño Edgar, aún no cumplía los tres años y ya se encontraba huérfano de padre y madre. William, fue llevado a Baltimore por sus abuelos paternos, mientras que Edgar y Rosalie serían acogidos por dos distinguidas familias de Richmond, los Allan y los Mackencie respectivamente.
Los años dorados (1812 - 1826)
El matrimonio Allan no tenía hijos, por lo que John Allan, inducido por su esposa, acogió a Edgar. Frances Keeling Allan, la madre adoptiva y su hermana Anne Moore, prodigaban al pequeño todo tipo de atenciones. Para éstas, el niño era casi el sentido de su existencia. La holgada posición económica de la nueva familia de Edgar, relativamente enriquecida con el comercio de tabaco y algodón, permitía al niño vivir rodeado de comodidades y le garantizaba una óptima educación.
En 1816, toda la familia tuvo que viajar a Escocia por cuestiones económicas. Ya en el viejo continente, Edgar asiste a la escuela local de Irving y al año siguiente, es llevado a Londres, cursando estudios en el internado Manor House School, del reverendo John Bransby, situado en una aldea llamada Stocke Newington, aquí permanecería tres años.
A finales de junio de 1820, la familia en pleno zarpaba en viaje de regreso desde Liverpool, arribando por fin el 2 de agosto a Richmond. Ya establecidos, Edgar continúa sus estudios en la English Classical School, del latinista Joseph E. Clark. De esta época la mayoría de biógrafos, recoge una serie de testimonios de algunos compañeros de Poe, que dan cuenta que éste era un muchacho voluntarioso, orgulloso y caprichoso, cuya belleza y fuerza física llamaban la atención y admiración; por ejemplo, todos coinciden en rememorar la vez que se atrevió a nadar seis millas a contracorriente en el río James.
También de este periodo, resulta memorable su enamoramiento de Jane Craig Stanard, la madre de uno de sus compañeros, e incluso es muy probable que su primer poema titulado A Helen haya sido dedicado a ella. Sin embargo, la prematura muerte de ésta en 1824 a causa de una enfermedad mental, terminaría afectando al aún adolescente Edgar.
Unos meses más tarde, la atención del adolescente se desviaría hacia una jovencita llamada Sarah Elmira Royster, quien vivía frente a la casa de los Allan. Sarah, sería el «primer amor» de nuestro poeta, lamentablemente el idilio se interrumpió cuando Edgar se trasladó a la universidad de Virginia en febrero de 1826, mientras tanto Sarah era comprometida por su padre con un rico comerciante, ya entrado en años, apellidado Shelton.
La universidad del estado de Virginia, había sido fundada en 1819 por Thomas Jefferson, en Charlottesville, y para su funcionamiento se contrató a profesores de Inglaterra. Como es lógico, sólo podía acceder a ella una minoría adinerada. Edgar se había matriculado en la Facultad de Lenguas Clásicas y Modernas. Al principio todo iba bien, su inteligencia innata le permitió descollar entre sus compañeros, pero las dificultades no tardarían en llegar.
El alcohol, los juegos de cartas, el opio, los duelos, y otros «entretenimientos» juveniles de la época, naturalmente estaban terminantemente prohibidos; no obstante, la inacción de las autoridades estudiantiles y el abundante dinero que recibían casi todos los ciento setenta estudiantes hacía que estas actividades fueran pan de cada día. En esta estrecha convivencia, resultaba casi imposible que alguien se pudiese mantener al margen de la batahola, es así que Edgar se incorporaría rápidamente a las diversiones de sus compañeros.
En esta época nace su vínculo con la bebida, aunque según testimonios de muchos de sus compañeros no bebía mucho: «Agarraba el vaso seductor, normalmente sin azúcar ni agua, y se lo echaba de un trago sin que pareciera proporcionarle placer alguno y sin parar hasta que la última gota había llegado a sus labios. No podía tomarse más de un vaso. Pero ese vaso era suficiente para poner toda su sensible naturaleza en un estado de excitación»…Pero lo que realmente precipitó su salida de la universidad fueron las deudas que contrajo debido al juego.
La juventud sombría (1827 - 1831)
Su regreso a Richmond al comienzo de las vacaciones de fin de año sería doblemente amargo, pues no sólo se daría con la sorpresa que Sarah estaba comprometida con otro, sino que tuvo que enfrentar los reproches de John Allan a causa de las deudas que había contraído en la universidad, las mismas que en su totalidad, ascendían a dos mil dólares, despilfarro que el comerciante no toleraría. Debido a esto, Allan ya no le permitiría retornar a la universidad.
Las continuas discusiones entre ambos acabarían el 24 de marzo de 1827, cuando Edgar abandonó la casa, no sólo por la exhortación del comerciante, sino también por los calificativos de ocioso y haragán que le profirió delante de los negros que trabajaban en casa. Esto hirió profundamente el orgullo del muchacho, tal y como lo referiría años después en una carta. Lo sucedido marcaría el adiós definitivo a la opulencia y al mundo seguro en el que había vivido, y sería el comienzo de su umbrosa existencia.
Primero se dirigiría a Boston, gracias al dinero que le hicieron llegar la señora Allan y su hermana, embarcándose bajo el nombre falso de Henri le Rennêt. Ya en Boston lograría publicar su primer libro de versos titulado Tamerlán y otros poemas, el cual aparecería firmado «por un bostoniano», lamentablemente éste pasaría completamente desapercibido. En mayo, se enlista en el ejército bajo el nombre de Edgar A. Perry, a la supuesta edad de 22 años. El joven soldado sería destinado a la artillería y de inmediato trasladado al Fuerte Independencia (Boston), luego en noviembre su unidad fue movilizada al Fuerte Moultrie, situado en la isla de Sullivan (Carolina del Sur). Pronto la inteligencia del artillero «Perry» le permitiría ganarse el favor de sus superiores por lo que sería elevado al rango de sargento mayor.
A inicios de 1829 nuevamente sería movilizado, esta vez al Fuerte Monroe (Virginia), ya aquí otro golpe afectaría nuevamente la vida del autor de Tamerlán, Frances Allan, su querida madre adoptiva, acababa de morir el 28 de febrero. A causa de esto, el joven Poe volvería a Richmond después de dos años de ausencia. El luctuoso acontecimiento produciría una tibia reconciliación con John Allan, quien consiente que abandone el ejército para solicitar su admisión a la academia militar de West Point; sin embargo, tuvo que esperar hasta mayo del siguiente año para su llamado, mientras tanto, se dirigió a Baltimore a la casa de su tía paterna María Clemm, la noble mujer que en lo sucesivo y hasta el final de sus días cuidaría de él. Mrs. Clemm era viuda y tenía dos hijos, Virginia, de siete años y Henry, quien trabajaba como peón de albañil, además vivían en la casa la abuela Elizabeth Cairnes (viuda del «General» Poe), y el hermano de Edgar, William Henry, quien era marino mercante.
En diciembre aparecería su segundo volumen de poemas Al Aaraaf, Tamerlán y poemas menores, esta vez ya con su nombre completo y a diferencia del primero, tuvo cierta acogida en los círculos culturales de Baltimore.
En junio de 1830, Edgar pasó su examen de ingreso a West Point (Nueva York). Rápidamente la dura instrucción haría mella en el muchacho, pues la disciplina que aquí se impartía, era extremadamente rígida en comparación a la recibida en su regimiento de artillería. La desesperación que le generaba tal situación y aún más, la noticia del nuevo matrimonio de su padre adoptivo, le llevaría a cometer por voluntad propia ciertas faltas para ser expulsado. Su deseo se hizo realidad el 28 de enero de 1831, cuando la corte marcial de la institución decretaría su separación, bajo la acusación de «abandono del deber y desobediencia».
El 19 de febrero, ya recorría libremente las calles de Nueva York y con una pequeña suma de dinero reunida por sus camaradas de la academia, lograría publicar otro volumen de versos titulado Poemas, con la dedicatoria «al cuerpo de cadetes de U.S. ». Sin embargo, al no encontrar trabajo en esta ciudad, regresaría a Richmond. Mr. Allan, que se encontraba enfermo, le hizo negar la entrada por su nueva esposa, Louisa Gabriella Patterson, produciéndose un altercado. Edgar ya no volvería a pisar la casa nunca más.
A partir de este momento (mediados de 1831) Poe ya no contó con nadie para sufragar sus necesidades. Tendría que empezar a bregar muy duro para sobrevivir.
La literatura como medio de vida (1831 - 1837)
Edgar frisaba los 22 años (a pesar de sus tres volúmenes de versos publicados era un desconocido) y la necesidad era agobiante, entonces decidió hacer lo único que sabía: escribir. La literatura a partir de ese momento dejaría de ser un mero impulso vocacional, para convertirse en un medio de subsistencia.
Baltimore sería la cuna de su nacimiento literario, donde que duda cabe, su abnegada tía Maria Clemm y su pequeña prima Virginia lo volverían a recibir calurosamente en aquel hogar lleno de necesidades. Su gran talento y dedicación le darían sus primeros frutos en 1833, cuando obtuvo el premio en el concurso de cuento y poesía organizado por el Baltimore Saturday Visiter, con su cuento Manuscrito hallado en una botella. Vale referir que con su poema El coliseo, también ganó en la otra categoría, pero solo le entregaron 50 dólares, la cantidad correspondiente al cuento.
Mientras la vida literaria de Poe iniciaba, la vida de su padre adoptivo se extinguía. El hombre más rico de Virginia fallecería el 27 de marzo de 1834, lo peor de todo, sin contemplar al joven escritor en su testamento. Con esta decisión, también moría la esperanza de poder recuperar al menos una parte de su vida pasada.
Los 50 dólares ganados no aliviarían en nada la precariedad económica, y lo peor de todo era que la depresión y el alcohol le empezarían a visitar con mayor recurrencia. La situación impulsaría a Edgar a buscar en vano un puesto de maestro en una esuela municipal. En esto, John Pendelton Kennedy, quien había formado parte del jurado en el concurso organizado por el Baltimore Saturday y de hecho quedó impresionado por la capacidad literaria del muchacho, logró captarlo y le cursó una invitación para cenar en su domicilio, pero el poeta respondió a través de una carta: «su amable invitación a cenar hoy me ha llegado al corazón. Por desgracia no puedo ir precisamente debido al lamentable aspecto de mi vestimenta. Puede imaginar lo doloroso que es para mí hacerle esta aclaración, pero es necesaria…»
Mr. Kennedy decidió buscar a Poe y describe así su encuentro: «…Le encontré en Baltimore casi muerto de hambre. Le di ropa, un sitio en mi mesa al medio día y puse a su disposición un caballo. Logre remediar su lamentable aspecto exterior. Después le conseguí una colaboración en el Southern Literary Messenger editado en Richmond por Thomas Willis White…»
En efecto, en marzo de 1835 el joven de 26 años empezaría a colaborar con la revista mediante sus narraciones, las mismas que incrementarían el tiraje de setecientos a cinco mil ejemplares. Sin embargo, sus crisis hipocondríacas y los escándalos que acompañaban a sus borracheras se sucedieron y finalmente ante la imposibilidad de sujetarse a un trabajo metódico, fue despedido. Empero, el valor innegable de sus colaboraciones y la mediación, otra vez, de su benefactor Kennedy, hicieron que fuera readmitido poco después. Esta vez Mr. White le propuso entrar a la redacción de la revista, para ello tenía que mudarse a Richmond. Edgar sin pensarlo dos veces aceptó la inmejorable propuesta.
A finales de octubre de 1835, Poe se instalaba en su entrañable Richmond, pero ahora, en compañía de Maria y Virginia Clemm. Este sería un periodo de calma, en que se consagró a las tareas del Messenger, logrando publicar Las aventuras de Hans Pfaal, Berenice, Morella, El rey peste, el ensayo El jugador de ajedrez de Maelzel, entre otras. Esta excelente labor hizo que pronto fuera ascendido como redactor jefe con un sueldo anual de 520 dólares.
La situación relativamente alentadora le permitiría consumar una pasión oculta y tal vez anómala, casarse con su prima Virginia, el 16 de mayo de 1836. En el certificado de matrimonio se hizo constar que Virginia tenía veintiún años cuando en realidad apenas tenía trece. El matrimonio de «Eddy» con su prima «Sissy» (así se llamaban cariñosamente) le proporcionó una pasajera estabilidad emocional. Este acontecimiento de la vida de Poe, ha llevado a formular un sinnúmero de conjeturas a casi todos su biógrafos. Para algunos de éstos, la pareja llevaba una vida conyugal normal, para otros las relaciones íntimas eran inexistentes. La hipótesis que formula Cortázar, acerca de una posible inhibición sexual de carácter psíquico o tal vez físico que obligó al escritor a construir una fachada de normalidad a través de esta unión, resulta la más ecuánime dentro del enigma.
Entre diciembre y los primeros días de enero de 1837 surgirían ciertas desavenencias entre Poe y Mr. White, debido a que este último quería controlar personalmente todos los trabajos de edición, a esto se sumaba el exiguo salario que percibía el escritor, a pesar que había sido el artífice del gran éxito del Messenger. Esta situación empujaría a Edgar a renunciar a la revista para procurarse un mejor futuro en un ambiente más apropiado a su genio.
La plenitud del genio (1837 - 1847)
Alentado por la notoriedad que había adquirido como articulista, Poe se creyó capaz de probar fortuna en una gran ciudad, en uno de los centros de la vida intelectual de ese entonces. Abandonó Richmond en febrero y se marchó con su familia instalándose inicialmente en Nueva York.
Las ilusiones que albergaba nuestro escritor eran grandes, pero la banca rota del 6 de abril de ese año, se encargaría de echarlas por tierra. Toda la vida comercial del norte se vio afectada, es así que The New York Review, que estaba dispuesta a contratar a Edgar dejo de circular.
Durante los dieciocho meses que la familia permaneció en esta ciudad, Maria Clemm se vio obligada a abrir una pequeña pensión, para así poder ayudar al joven matrimonio. Pero, pese a la crisis que imperaba el escritor obtuvo colaboraciones esporádicas y bajo el sello de la casa Harper & Brothers logró editar en julio de 1838 su única novela Las aventuras de Arthur Gordon Pym. Ésta no tuvo acogida en América, mas todo lo contrario sucedió en Inglaterra, donde fe aclamada por la crítica.
Las dificultades económicas seguían afectando a la familia, era hora de cambiar de aires. Esta vez el clan Poe emigraría a Filadelfia en el verano de 1838. Esta ciudad era el centro mas importante desde el punto de vista editorial, mientras la familia se instalaba Ligeia era publicada en Baltimore por su amigo el doctor Snodgrass. Al comienzo de su estancia en Filadelfia, Edgar se vería envuelto en un escándalo de plagio, se trataba de un libro de zoología marina de uso escolar que éste había trascrito en su mayoría y que publicó bajo su nombre.
Poco después su suerte experimentaría alguna mejora. En junio de 1839, entra como redactor y editor en el Gentleman's Magazine, propiedad de William E. Burton. El sueldo que ganaba era de 10 dólares semanales, por dos horas diarias de trabajo. Este salario resultaba ínfimo, porque realmente Poe casi siempre tenía que sustituir al propietario y llevar el peso total de la redacción y la editorial, lo que insumía de seis a ocho horas diarias. Sin embargo, tuvo que aguantar esta situación debido a la ya débil salud de su esposa. En esta revista publicaría La caída de la casa Usher, El hombre que se gastó, William Wilson y la segunda edición de Ligeia.
Por esta época el nombre de Poe ya era conocido, por ello la prestigiosa editorial Lea & Blanchard publicaría toda su obra en prosa hasta ese momento, bajo el título de Cuentos de lo grotesco y arabesco. En junio de 1840 renuncia a su puesto en el Gentleman's con la idea de fundar su propia revista literaria, la que se llamaría The Penn Magazine, pero desgraciadamente el préstamo con el que contaba para llevar a cabo la empresa le sería negado.
Esta nueva desilusión le haría aceptar la oferta de George Rex Graham, propietario de Graham's Magazine. El salario que aquí percibía era de ochocientos dólares anuales, lo que le permitió vivir con cierta tranquilidad. Aquí publicaría El hombre de la multitud, Los crímenes de la calle morgue y Un descenso al Maelström. El Graham's Magazine en poco tiempo incrementaría su tiraje de cinco mil a cuarenta mil ejemplares, lo que pronto le llevaría a ser considerada como la mayor revista de todo Estados Unidos y todo esto gracias a Poe. Durante su permanencia en esta revista, el autor de Ligeia abrió un concurso de Criptografía, desafiando a los lectores a resolver cualquier mensaje cifrado que le enviasen. Pero el destino se ensañaría nuevamente con el genio, el 20 de enero de 1842 su esposa sufriría el primer vómito de sangre con el que empezaría a manifestarse un proceso tuberculoso. La desesperación, el aturdimiento y el alcohol irrumpirían violentamente, conllevándolo a las irregularidades laborales, disolviendo así su vínculo con el Graham's en mayo cuando sería remplazado por Rufus Wilmot Griswold, ex pastor de la Iglesia baptista, ahora dedicado al periodismo. Aparentemente la relación entre Poe, Graham y Griswold siguió en buenos términos, pues se mantendría como colaborador y publicaría La máscara de la Muerte Roja , El misterio de Marie Rogêt, Eleonora, aunque ésta apareció en el almanaque Gift.
No obstante, la dolorosa situación por la que atravesaba, Edgar persiste en la idea de fundar su propia revista, esta vez con el nombre de Stylus, para ello se asoció con el editor C. Clark y el ilustrador Darley, e incluso viajó a Washington para conseguir suscriptores y concertar una cita con el presidente, pero esta vez, el mismo Poe se encargaría de tirar por la borda su propio proyecto. Ni bien llegó a la capital dio rienda suelta a su dipsomanía. Ahora si Stylus dejaría de ser un proyecto para convertirse en un sueño.
Poco después, a pesar de las circunstancias descritas, una de sus más brillantes narraciones El escarabajo de oro ganaría el concurso convocado por el Dollar Newspaper, el premio era de cien dólares. Casi en paralelo, la narración era publicada por la revista referida y por el Saturday Courier, ambos de Filadelfia. Unos meses más tarde aparecían El gato negro y El corazón delator.
En 1844, Poe volvió a probar fortuna en Nueva York. La suerte le fue propicia, vendió sus cuentos al New York Sun y con ese dinero alquiló una casa situada a orillas del río Hudson, en las afueras de la ciudad. Así en la atmósfera tranquila de esta casa, Edgar escribiría La carta robada y su célebre poema El cuervo. Este poema aparecería por primera vez el 29 de enero de 1845 en el Evening Mirror cuyo propietario Nathaniel Willis, contrató a Poe en la redacción. El cuervo le proporcionaría la gran popularidad, que naturalmente se merecía. Animado por el éxito obtenido, se dedicó a recorrer la nación y recitar su poema en los principales teatros del país.
A pesar de la fama alcanzada tras esta publicación, el drama personal del escritor no acabaría. Sólo unos meses después saldría del Evening Mirror, para embarcarse por tercera vez en la empresa de fundar su propia revista, en esta ocasión se asociaría con John Bisco y Charles F. Briggs, el nuevo proyecto se llamaría Broadway Journal.
Desde este semanario acusaría de plagio a Henry Wadsworth Longfellow. Éste sólo guardaría silencio ante tal acusación; sin embargo, no tardaría en aparecerle un defensor, un anónimo que bajo el seudónimo de «Outis» entablaría una ardua controversia con Poe. Este episodio es conocido como «La guerra Longfellow», la misma que duró desde enero hasta agosto de 1845. La especulación se ha centrado sobre la verdadera identidad de «Outis», muchos investigadores han llegado a afirmar que este apasionado paladín era nada más y nada menos que el mismo Edgar Allan Poe.
Resulta probable que debido a este enfrentamiento Charles F. Briggs abandonara la publicación, con lo cual se esfumaba la fuente de capital más importante. En octubre haría lo propio Bisco, lo que convertía a Poe en amo y señor de la publicación.
Su nueva ocupación mejoraría su posición en la sociedad neoyorquina. No había salón, ni evento al que no fuese invitado; asimismo, su aspecto seductor y sus refinadísimos modales le permitirían granjearse gran admiración, sobretodo entre las damas. En noviembre la editorial Wiley & Putnam publicaría El cuervo y otros poemas, por estos días también trabaría amistad con Frances Sargent Osgood, una joven poetisa, que mantuvo al escritor alejado de la bebida, a petición de su esposa.
Durante las últimas semanas de diciembre Edgar tuvo que redoblar esfuerzos para seguir adelante con la revista, pero a pesar de esto no pudo salvarla. El último número del Broadway apareció el 3 de enero de 1846.
La precaria situación que nuevamente envolvía a Poe, le obligaría a aceptar la oferta del Godey's lady's Book de Filadelfia. En esta revista escribiría una serie de artículos que en su conjunto llevarían el nombre de Los literatos de Nueva York. A través de estos artículos arremetió inmisericordemente contra los círculos literarios de dicha ciudad a cuyos miembros tildó de charlatanes, corruptos y adulones. La confrontación más aguda la libraría con su amigo de antaño Thomas Dunn English.
Para alejarse del escándalo, se estableció con su familia en las afueras de la ciudad, exactamente en Fordham, aquí alquiló una pequeña casa por cien dólares anuales. Pero la tranquilidad del lugar no era suficiente para aplacar la inquietud y el miedo por la debilitada salud de su esposa, nuevamente Edgar se refugiaría en el alcohol. La tuberculosis que minaba la salud de Virginia se agudizaría rápidamente; según testimonio de Mrs. Mary Gove, la convaleciente señora Poe, reposaba sobre un viejo colchón de paja y como único abrigo tenía un viejo capote de su esposo y a su hermosa gata Catherina.
Ante la paupérrima situación de los Poe, Mrs. Gove acudiría a la caritativa Mrs. Marie Louise Shew, quien de inmediato asumió el cuidado de Virginia y también le suministró los enseres necesarios. También llegó ayuda de otros lugares, puesto que la noticia se propaló a través de diarios de Nueva York, Filadelfia y Pensilvania. Poe protestó y desmintió aquellas publicaciones; sin embargo, la necesidad le haría aceptar la ayuda. Las últimas semanas de agonía, sumieron a Poe en la hipocondría y desesperación, el 30 de enero de 1847, tras once años de abundantes necesidades y pocas alegrías, la luz de Virginia se extinguiría.
Soledad, delirio y muerte (1947 - 1949)
Después del entierro de Virginia, Poe cayó enfermo, las noches en vela junto al lecho de su esposa, el dolor, la pobreza, su incapacidad de escribir terminaron por derrumbarlo. Su tía y Mrs. Shew le cuidaron durante casi dos meses. El diagnóstico que el doctor Valentine Mott emitió revelaba que el escritor tenía una lesión cerebral, pero paulatinamente pudo recuperarse. En marzo empezó a escribir Eureka y nuevamente retomaría el sueño de la revista propia. Esta vez procuraría obtener el dinero mediante una conferencia.
En efecto, en febrero de 1848, alquiló una sala en Nueva York en la que disertó sobre El universo, pero la poca asistencia frustraría una vez más su proyecto. En junio, la editorial Putnam publicaría Eureka y poco después tras una recaída en la casa de la señora Shew, el doctor John W. Francis le diagnosticaría un padecimiento cardiaco.
La soledad y necesidad de afecto que experimento Poe después de la muerte de su esposa, le arrastrarían a declarar su amor a la magnánima señora Shew, lamentablemente para el poeta, ésta respondió con una negativa e interrumpió todo trato personal de manera definitiva. Después de esto, Edgar viajó a Richmond, aquí conoció al nuevo editor del Southern Literary Messenger, John B. Thompson, éste referiría que durante las tres semanas de su permanencia en la ciudad mayormente se encontraba bebiendo, por lo que sus amigos le embarcaron de regreso a Nueva York.
Antes de llegar a Nueva York pasó por Providence (Rhode Island), lugar de residencia de la poetisa Sarah Helen Whitman, casi de inmediato Edgar le propuso matrimonio, pero la viuda no le daría una respuesta inmediata, aunque prometió escribirle. Sin embargo, la inestabilidad emocional del autor de El cuervo, le llevaría casi en simultáneo a declarar su amor a Nancy Richmond, a quien había conocido recientemente en Lowell (Massachussets).
La posición de la madre y amistades de Mrs. Whitman, le contenían a darle una respuesta al pretendiente. Edgar, ante la ansiedad que le generaba tal espera, y aún más la desilusión de no poder aspirar a nada con Nancy porque era casada, intentaría suicidarse ingiriendo una elevada dosis de láudano mientras se encontraba en Boston. Después de dos días de inconsciencia reanudó su viaje a Providence.
La hermosa viuda aceptó la propuesta de Edgar bajo la condición de que dejara la bebida. La unión se pactó para finales de diciembre, pero para variar Poe rompería su promesa en la víspera, por lo que Sarah y su madre pondrían punto final al compromiso.
Edgar no tendría más salida que regresar a Fordham, donde como siempre le aguardaba su magnánima «Muddy», María Clemm. En febrero de 1849 reanudaría correspondencia con Annie Richmond y poco después la revista The Flag of Our Union de Boston publicaría Hop - Frog.
En abril, un tal Mr. Patterson le ofrecería la dirección de una revista que pensaba fundar, para ello Edgar tendría que viajar hacia algunas ciudades del sur, con el fin de buscar una sede adecuada para la futura publicación. Indudablemente optaría por su añorada Richmond.
El 30 de junio zarpaba desde Nueva York. Hizo un alto en Filadelfia, donde al parecer se encontró con unos amigos con los que se embriagó y protagonizó un escándalo, motivo suficiente para que pasara en prisión el siete de julio. Esta vez su beodez le pasó factura, durante varios días padeció una fuerte crisis de Delirium Tremens, tal y como lo refiere en una carta a su suegra: «Durante más de diez días he estado totalmente desquiciado, aunque no he bebido ni una gota; y durante este tiempo he imaginado los horrores más espantosos... Ha sido una alucinación nacida de un ataque que nunca había experimentado». Entre sus delirios Poe se creía perseguido por dos hombres que querían asesinarle.
Durante su permanencia en esta ciudad fue cuidado por sus amigos George Lippard, John Sartain y Charles Burr, quien le pagó el boleto de tren a Richmond. Los dos meses que Edgar pasó en Richmond, significaron paz, reencuentro y esperanza. Los amigos acogieron con afecto al ahora famoso escritor, pudo visitar a su hermana Rosalie, quien padecía de una rara enfermedad desde los doce años, también se unió a una sociedad antialcohólica llamada «The Sons of temperante», siguió dando conferencias y se reencontró con su primer amor Sarah Elmira Royster, ahora viuda Shelton. La viudez de ambos les permitiría reanudar su amor y comprometerse.
Antes del enlace decidió viajar a Nueva York para vender su casa y trasladarse con su tía definitivamente a Richmond. Es así que el 27 de septiembre, a las cuatro de la madrugada zarpaba con rumbo a Baltimore, a la cual arribó al día siguiente. A partir de este momento no se sabe muy bien lo que hizo, los pocos detalles con los que se cuenta nos dejan más preguntas que respuestas y obviamente dan lugar a una retahíla de hipótesis.
La primera señal de vida de Edgar Allan Poe proviene de una carta fechada el 3 de octubre y está dirigida al doctor James Evans Snodgrass: «Muy señor mío: En Ryans 4th Ward Polls hay un caballero en un estado lamentable. Se llama Edgar A. Poe, parece encontrarse en grandes apuros y afirma que le conoce a usted. Insisto: necesita su ayuda inmediata. A toda prisa su respetuoso Joseph Walker».
El doctor Snodgrass y Henry Herrign (tío de Edgar) llegaron tan rápido como pudieron al punto donde el escritor fue encontrado por el tipógrafo Joseph Walker. El lugar era una taberna llamada Cooth and Sergeant's, la misma que hacia las veces de centro electoral.
En aquellos días Baltimore vivía una intensa jornada electoral, la cual estaba marcada por la corrupción y la violencia, tal es así que bandas de agentes electorales recorrían la ciudad con un único objetivo: secuestrar a todo transeúnte solitario que se les cruzara, para luego conducirlos a los centros de votación.
Esta práctica, muy usual en las elecciones norteamericanas de ese entonces, era conocida como el «coopping» (enjaulamiento) y consistía en neutralizar a la víctima con una mezcla de whisky y narcóticos, para luego ser conducido a las mesas electorales, no bastando con esto, después que sufragaba era llevado a un sótano, donde se le cambiaba de ropa para que pudiese votar nuevamente. Una vez cumplido su papel, el infeliz «votante» era arrojado a la calle en un estado de plena inconciencia.
Todo parece indicar que Poe fue una víctima más de esta sórdida práctica. No sólo su salud era calamitosa, sus ropas también lo eran. Con respecto a esto el doctor Snodgrass refiere que en lugar de su habitual traje negro de lana vestía unas prendas oscuras muy raídas que le venían grandes, además de un sombrero de paja y unos zapatos muy sucios y desgastados, tampoco llevaba el chaleco ni el pañuelo al cuello que solía usar.
Los dos hombres inmediatamente abordaron un carruaje llevando a Edgar al Washington Collage Hospital. Ya en el nosocomio fue atendido por el cardiólogo John J. Moran. Sus últimos días trascurrieron entre temblores y delirios incesantes, matizados con breves intervalos de lucidez.
La agonía se prolongó hasta la madrugada del siete de octubre y según Moran después de una breve calma volvió la cabeza hacia un lado y pronunció estas palabras: « ¡Dios ayude a mi pobre alma!». Así finalizaba la gran tribulación del mejor escritor de Norteamérica, una congestión cerebral le pasaba la cuenta final a los 40 años de edad. Dos días después, el nueve de octubre, Edgar Allan Poe era enterrado en el cementerio presbiteriano de Baltimore.
El mismo día de su entierro, aparecía en el New York Tribune bajo la firma de «Ludwig», el siguiente articulo: «Edgar Allan Poe ha muerto. Falleció en Baltimore. A muchos esta noticia les sorprenderá, pero a pocos les entristecerá. El poeta era conocido en todo el país, personalmente, o por su reputación: tenía público en Inglaterra y en varios países de Europa, pero pocos o ningún amigo».
«Ludwig», no era otro que aquel ex pastor baptista y periodista que le había reemplazado en el Graham's Magazine: Rufus Wilmot Griswold. Poe le confió a éste la edición de sus obras sin saber que pronto se convertiría en su más enconado detractor, que no escatimaría esfuerzo alguno en construir la leyenda negra que se cierne sobre la vida y muerte del escritor.
La tumba de Edgar, permaneció 26 años sin una lápida, Wilson Poe, tío suyo le hizo tallar una, pero fue destruida por un ferrocarril una semana antes de su colocación. El 17 de noviembre de 1875 sus restos fueron trasladados a la parte sudeste del cementerio, y por fin al año siguiente, tras una suscripción pública le erigieron un monumento funerario. Junto a él descansan su amada «Sissy» y su abnegada «Muddy» que murió en 1871.
Después de todo, la adversidad que le envolvió en vida y aún después de muerto, sólo fue el fuel que hizo arder la antorcha; sin la neurosis, el alcohol, la pobreza, la soledad, no hubiera sido posible el majestuoso vuelo de «El Gran Cuervo Negro», como lo llamó Baudelaire.
Este vuelo terrenal ha dejado unas extraordinarias narraciones y unos bellos poemas, que las generaciones presentes y futuras nunca podremos pagar.
FRAY DIEGO DE HOJEDA
Poco conocemos los peruanos de la vida y obra de Diego de Hojeda. Los datos de su primera época son escasísimos y a veces confusos. El historiador Meléndez, en su obra Tesoros verdaderos de las Indias, fuente a la que se hace indispensable recurrir, nos cuenta que fue natural de Sevilla. Su nacimiento se sitúa en el año 1571. Fueron sus padres Don Diego Pérez Núñez y Doña Leonor de Carvajal.
Doña Leonor, al parecer, poseía cierto rango de nobleza, detalle que nos ayuda a comprender el hecho de que el autor de La Cristiada tomase el apellido «Hojeda», ajeno, como se ve, a los de sus padres. La explicación de este cambio de apellido se encuentra en la costumbre puesta en práctica durante los siglos XV y XVI entre las familias acomodadas de Andalucía de imponer en el bautismo al segundo hijo varón el apellido del abuelo materno, o de algún otro pariente cercano carente de sucesión masculina, para poder perpetuar el apellido a cambio de ciertas herencias o concesiones.
Aunque no se sabe con certeza, hay quien afirma que Diego de Hojeda comenzó algunos estudios de humanidades en esa su ciudad natal, adquiriendo, entre otros valores, gran sensibilidad para la poesía.
Cuando el joven Hojeda contaba alrededor de diecisiete años, aprovechando la salida de un galeón que iba de Sevilla a Perú, tomó la decisión de embarcarse para América a espaldas de sus padres. Este hecho no puede menos de extrañarnos y de cuestionarnos. ¿Qué es lo que buscaba en este nuevo continente?
El historiador Meléndez, que escribió su biografía unos setenta años después de su muerte, nos cuenta que el motivo de Hojeda al realizar este viaje no fue otro que el de hacer realidad su deseo de llegar a ser fraile dominico, deseo al que se oponían tenazmente sus padres y parientes. Lo cierto es que nunca más volvió a su tierra, aunque siguió acordándose con cariño de la ciudad que le vio nacer, ciudad a la que elogia en una de las octavas dedicadas a las mártires sevillanas Rufina y Justa:
Rufina santa y Justa valerosa
Se ofrecen a tus ojos venerables;
Una muriendo en cárcel tenebrosa,
Y otra en dolores della intolerables;
Y ambas de la ciudad maravillosa,
Y reina de ciudades admirables.
Que Betis besa el pie y abraza el muro.
Gimiendo al rico peso de oro puro.
En cuanto a las motivaciones íntimas y espirituales de su viaje, no conviene olvidar dos octavas reales del libro XI, que pueden poseer sentido autobiográfico. Dice así, encareciendo el tesoro espiritual por referencia al material:
Mas ¡oh Dios derramado y Dios unido
Con sangre, y sangre y Dios y gran tesoro
Encima de la tierra parecido!
Desde aquí con humilde faz te adoro.
¿Dónde caminas español perdido.
Surcando mares por difícil oro,
Hallado apenas con trabajos graves
Y alas tendidas de aparentes aves?
No pretendas riqueza transitoria;
Que la sangre de Dios tiene cubierto
El gran tesoro de la eterna gloria,
Y tesoro inmortal, seguro y cierto:
Si es digno, pues, que ocupe tu memoria
Tesoro sobre la tierra descubierto.
Sangre de Dios tesoro es excelente,
Y encima de la tierra está patente.
Habiendo llegado a la costa peruana, lejos ya de sus familiares y amigos, Hojeda tuvo que enfrentarse solo, como tantos otros, a la nueva situación, y pronto se dirigió a la ciudad de Lima, capital del virreinato del Perú, uno de los más extensos de la América meridional.
En Lima coincidió Hojeda con personajes importantes para la Iglesia y la Orden dominicana, como Santa Rosa, San Martín de Porres y Sto. Toribio de Mogrovejo.
En el año 1590, poco tiempo después de su llegada a Lima, Hojeda pidió el hábito dominicano en el Convento del Rosario. Este convento era la casa más importante de la Provincia dominicana de San Juan Bautista del Perú y la residencia habitual de su provincial.
Acogido en comunidad, durante el año de noviciado Hojeda se esforzó por encarnar con gran profundidad los valores religiosos de su época, dejando un recuerdo imperecedero en la memoria de sus compañeros dominicos.
La acogida y calor que le ofrecieron la Orden y los frailes de este convento queda expresada con agradecimiento y afecto en unos versos de La Cristiada:
Más ¡oh tú, madre de varones sabios,
Noble academia de sagradas ciencias!
Sí no es hacer a tu valor agravios
Y oscurecer tus claras excelencias,
Desplega, ilustre religión, mis labios,
Y de tus generosas influencias
¡Oh círculo de estrellas rutilante!
Dame, para tu gloria, luz bastante.
Tú cual madre a tus pechos me criaste,
Y buena leche de virtud me diste;
Cual academia sabia me enseñaste,
Y en mí tus varias ciencias infundiste;
Como estrellado cielo me alumbraste
De mis tinieblas en la noche triste:
Madre, academia y cielo, dame agora
Para hablar de ti una voz sonora.
La presencia de Diego de Hojeda en el Convento del Rosario está unida a la persona de fray Diego de Valderrama, por entonces prior del convento y posteriormente obispo de la Paz y arzobispo de Sto. Domingo. De él recibió la profesión.
Fray Diego había alcanzado notable madurez en estos momentos de estudiante. Su fama y autoridad literaria traspasó los muros del propio convento y su colaboración comenzó a ser apetecida.
Acabados con éxito sus estudios, Diego de Hojeda comenzó leyendo Artes y más tarde Teología, y ejerció a la vez como maestro de estudiantes. En las actas del Capítulo General celebrado en 1601 se le reconoció el título de «Presentado», que es algo equivalente a Agregado en la cátedra de teología; y en 1606 la Provincia dominicana del Perú pidió para él el grado de Maestro en teología, honor que le fue concedido ese mismo año por el Maestro General de la Orden, Jerónimo Xavierre.
En el año 1609, siendo regente de estudios en Lima, fue llamado por la comunidad de Cuzco para ejercer el cargo de prior en aquel convento. Acudió a la llamada, pero estuvo allí poco tiempo, pues al año siguiente fue también reclamado como prior por su convento de Lima, por elevación del Padre Nicolás de Agüero al cargo de Provincial del Perú, por fallecimiento de Fr. Jerónimo Martel. En este cargo permaneció Hojeda hasta el año 1612, fecha dolorosa en que fue depuesto, por el Visitador general fray Alonso de Armería.
Los comentarios y rumores de este suceso corrieron velozmente, y antes de la llegada del P. Visitador a Lima ya se había creado en el convento un ambiente adverso a su persona. Una vez en Lima, Armería continuó aplicando su rigor y condenó a fray Diego de Hojeda y a fray Juan de Lorenzana (amigo y confesor de Santa Rosa), por haber desaprobado en conversaciones particulares su proceder y porque habían sido de la opinión de reunir llevar a cabo una celebración religiosa sin el permiso de Roma.
Fray Diego de Hojeda fue desposeído de todos sus grados y cargos, y desterrado primeramente al Convento del Cuzco, donde había sido prior, y posteriormente al convento situado en la ciudad de Huánuco de los Caballeros. Allí soportó con dignidad la injuria que se le había hecho, e hizo realidad un deseo expresado con belleza en La Cristiada: abrazarse a la cruz en los momentos difíciles de la existencia.
Dame, Señor, que cuando el alba bella
El cielo azul de blancas nubes orne,
Tu cruz yo abrace, y me deleite en ella,
Y con su ilustre púrpura me adorne;
Y cuando la más linda y clara estrella
A dar su nueva luz al aire torne,
Mi alma halle al árbol de la vida,
Y a ti, su fruto saludable, asida.
Y cuando el sol por la sublime cumbre
En medio esté de su veloz carrera,
La santa luz, con su divina lumbre
Más ardiente que el sol, mi pecho hiera;
Y al tiempo que la noche más se encumbre
Con negras plumas en la cuarta esfera,
Yo a los pies de tu cruz, devoto y sabio
Tus llagas bese con humilde labio.
Cuando el sueño a los ojos importante
Los cierre, allí tu cruz se me presente,
Y cuando a la vigilia me levante,
Ella tu dulce cruz me represente:
Cuando me vista, vista el rutilante
Ornato de tu cruz resplandeciente,
Y moje, cuando coma, en tu costado
El primero y el último bocado.
Cuando estudie en el arte soberana
De tu cruz, la lección humilde aprenda;
Y en ese pecho, que dulzura mana,
Tu amor sabroso y tierno comprehenda;
Y toda gloria me parezca vana,
Si no es la que en tu cruz ame y aprenda;
Y el más rico tesoro, gran pobreza,
Y el deleite mayor suma vileza.
Al poco tiempo de su estancia en Huánuco le sorprendió la muerte. Era un día de octubre del año 1615, cuando sólo contaba con cuarenta y cuatro años. Allí fue sepultado en la capilla del Cristo, panteón de la comunidad.
Antes de que ocurriera este suceso, fray Andrés Lisón, religioso dominico peruano que había sido enviado a España por su Provincia para resolver algunos asuntos de la Orden, aprovechó su estancia en Madrid para escribir una carta de protesta al Maestro general en estos términos: «...se digne restituirles sus antiguos grados y todas las gracias de la Orden a los reverendos padres maestros fray Juan de Lorenzana, fray Diego de Hojeda y fray Nicolás de Agüero, en atención a que por animosidad y envidia han sido condenados sin guardar ningún orden de derecho, ni aun siquiera el de la razón, y, acaso, porque como sabios y obedientes defendieron la autoridad de nuestro reverendísimo».
LA CRISTIADA
En La Cristiada, el poema "mejor compuesto" de la época colonial Hojeda llega a la altura de los mayores místicos, al expresar el dolor que le inspira el sacrificio de Cristo. En sus doce cantos, La Cristiada ofrece comentario y exegesis de la Pasión de Cristo. Desde la última cena, la oración del huerto y la persecución hasta la crucifixión y la muerte.
Yo pequé, mi Señor, y tú padeces;
yo los delitos hice, y tú los pagas;
si yo los cometí, tú ¿qué mereces,
que así te ofende con sangrientas llagas?
Mas voluntario, tú, mi Dios, te ofreces;
tú del amor del hombre te embriagas;
y así, porque le sirva de disculpa,
quieres llevar la pena de su culpa.
Pues en los miembros del Señor desnudos
y ceñidos de gruesos cardenales,
se descargan de nuevo golpes crudos,
y heridas de nuevo desiguales:
multiplícanse látigos agudos
y de puntas armados naturales,
que rasgan y penetran vivamente
la carne hasta el hueso trasparente.
Hierve la sangre y corer apresurada,
baña el cuerpo de Dios y tiñe el suelo,
y la tierra con ella consagrada
competir osa con el mismo cielo:
parte líquida está, parte cuajada,
y toda causa horror y da consuelo:
horror viendo que sale desta muerte,
consuelo, porque Dios por mí la vierte.
Añádense heridas a heridas
y llagas sobre llagas se renuevan,
y las espaldas, con rigor molidas,
más golpes sufren, más tormentos prueban:
las fuerzas de los fieros desmedidas
más se desmandan cuanto más se ceban;
y ni sangre de Dios les satisface,
ni ver a Dios callar miedo les hace.
Alza los duros brazos incansables,
y el fuerte azote por el aire esgrimen,
y osados, más y más inexorables,
y el fuerte azote por el aire esgrimen,
y osados, más y más inexorables,
braman con furia, con braveza gimen:
rompen de Dios los miembros inculpables,
y en sus carnes los látigos imprimen,
y su sangre derraman, sangre dina
de ilustre honor y adoración divina.
…
Dame, Señor, que cuando el alba bella
el cielo azul de blancas nubes orne,
tu cruz yo abrace, y me deleite en ella,
y con su ilustre púrpura me adorne;
y cuando la más linda y clara estrella
a dar su nueva luz al aire torne,
mi alma halle el árbol de la vida,
y a tí, su fruto saludable, asida.
Y cuando el sol por la sublime cumbre
en medio esté de su veloz carrera,
la santa luz, con su divina lumbre
más ardiente que el sol, mi pecho hiera;
y al tiempo que la noche más se encumbre
con negras plumas en la cuarta esfera,
yo a los pies de tu cruz, devoto y sabio,
tus llagas bese con humilde labio.
Cuando el sueño a los ojos importante
los cierre, allí tu cruz se me presente,
y cuando a la vigilia me levante,
ella tu dulce cruz me represente:
cuando me vista, vista el rutilante
ornato de tu cruz resplandeciente,
y moje, cuando coma, en tu costado
el primero y el último bocado.
Cuando estudie en el arte soberana
de tu cruz, la lección humilde aprenda;
y en ese pecho, que dulzura mana,
tu amor sabroso y tierno comprehenda;
y toda gloria me parezca vana,
si no es la que en tu cruz ame y pretenda;
y el más rico tesoro, gran pobreza,
y el deleite mayor, suma vileza.
Y ya, mi buen Señor, te mire orando,
lleno de sangre y de sudor cubierto;
ya preso del feroz aleve bando,
con duras sogas en el triste huerto;
ya ante el soberbio tribunal callando,
el rostro a mil injurias descubierto;
ya tenida por loca tu cordura,
y ya por arrogante tu mesura:
Ya en el pretorio con rigor desnudo,
y con furiosos látigos herido;
ya con aquel ornato infame y crudo,
frente y cerebro sin piedad ceñido;
ya traspasado con dolor agudo,
y en vez de Barrabás escarnecido;
ya, como agora vas, la cruz al hombro;
ya, siendo al cielo, en cruz, divino asombro.
Finalmente, se advierte que en la Cristiada Hojeda asume una triple actitud:
1. Se dirige a Dios o a los personajes de la pasión.
2. Personaliza y siente en carne propia la culpa de las penas de Cristo.
3. Se dirige al hombre como pecador
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